lunes, 30 de julio de 2007

lunes, 9 de julio de 2007

El día que llegué a este mundo


Para el común de las personas muchos pueden ser el mejor día de su vida. Para los solteros puede ser el día que conociste a una polola (o), o el día que te casas. Pero sin duda y después de eso el mejor día de tu vida es cuando nacen tus hijos.
Así es que no voy a expresar mi alegría de cumplir 27 años, sino que voy a contar como fue el día en que llegué a este mundo o como lo relata la mamá (Gabriela) año tras año y del cual nunca me aburro de escuchar esa maravillosa historia del comienzo de mi vida.
Para los que no saben soy el segundo de tres hermanos y si no se han percatado hoy es 9 de julio, pero remontaré la historia 27 años.
Fue un día un caluroso para la época y la mamá ya había ido varias veces al doctor para saber cuando iba a nacer. El tiempo pasaba y en el hotel de las guaguas me querían expulsar por sobre estadía. Como al parecer no tenía muchas ganas de desalojar la habitación del útero, el doctor le dio como plazo máximo el nueve de julio. Ese día sí o sí debía abandonar la guata y aunque sea con cesaría debía salir de ahí.
Gabriela como buena madre hizo lo que el doctor le aconsejo y ese día nueve de julio se fue pasado el medio día a la clínica. Jaime Achurra, Jaimito o también tío Jaime para la familia y amigos fue parte fundamental de la historia, ya que fue él quien llevo a la mamá a la clínica y a los minutos hizo su aparición María Eugenia, mi abuela, que llegó para acompañar a la futura madre.
Las horas pasaban, el doctor y la matrona iban cada cierto tiempo a verificar como estaba la paciente y su tesorito que aguardaba en su cuerpo. Pero nada pasaba hasta que más o menos las siete de la tarde o antes, comenzó con las primeras contracciones y todo se esclareció, al parecer no había necesidad de cesaría, la guagua saldría por parto natural y sin complicaciones.
Aunque el papá no entro al parto por los nervios estuvo todo el tiempo esperando con mi abuela, y saber que es lo que había sido la guagua, ya que hace 27 años no había ecografías, así que sólo debía esperar.
Como a las ocho de la noche o antes se inició el trabajo de parto, la guagua debía comenzar a salir pero el doctor se percato que la cosa iba a estar un poco difícil, ya que el nuevo retoño de Omar y Gabriela era un poco cabezón y el doctor le dijo: “es como el papá la guagua, porque que es bien cabezón”. A las 20 horas y 10 minutos di mi primer llanto que retumbo la sala y lleno de alegría a Gabriela.
Para muchos el llanto es de la alegría de haber nacido, pero a veces creo que es por la pena de dejar el mejor lugar del mundo, lugar donde pasamos nueve meses de nuestras vidas donde nos desarrollamos, crecimos y nos comenzamos a formarnos.
Luego que le avisan al papá que llegué sano a este mundo comenzó el ritual, llamar a la familia para dar la noticia: su segundo hijo había nacido y que Juan Ramón venia para quedarse.
Debía salir del hotel de las guaguas y llegar en plenitud a entregar alegría a mi familia y a mi hermano Omar, ya que la mamá entre sus muchas historias de mi nacimiento cuenta que Omi estaba muy entusiasmado y contento porque iba a nacer su hermano o su guagua, ya que siempre decía que la guagua era él.
Por eso el día en que llegué a este mundo debe ser uno de los días más felices de la mamá y el papá, pero también es el día más feliz para mí, hasta ahora, porque llegar a este mundo es lo mejor que nos puede pasar.